El Jardin Majorelle. Os llevo a otro lugar maravilloso por mi cumpleaños

El año pasado os enseñé uno de los paisajes más bonitos que he contemplado para celebrar mi cumpleaños, la ciudad de Washington D.C adornada con cientos de Cherry Blossom en flor, que además es una de mis fragancias favoritas de la americana Bath and Body Works. (Si hacéis click aquí veréis como muchas comentasteis pero pocas os disteis cuenta de que ¡era mi cumpleaños!). Este año no iba a ser menos y, aunque me hubiera gustado publicar esta entrada en su día, el pasado 14 de mayo, blogger me lo ha puesto un poco difícil.

La primavera ha sido siempre mi estación favorita, quizá porque la asocio con mi cumpleaños, que marca el inicio del buen tiempo, la vuelta del color, los parques llenos de flores, el cántico de los pájaros... Y al pensar en todo eso, inevitablemente me acuerdo del Jardin Majorelle, un remanso de paz y tranquilidad que te hace olvidar que estás en la bulliciosa y sorprendente Marrakech.


Me encanta viajar y, cuando cumplo años, entre las muchas cosas que me vienen a la cabeza, están los lugares especiales que he visitado en el último año, las pesonas con las que los he compartido, experiencias que, por una cosa o por otra, nunca olvidaré. No os recomiendo visitar Marrakech en pleno agosto porque una temperatura media de 47 grados y 30 de mínima es difícil de soportar, pero si os pasáis por la ciudad en cualquier momento no dejéis de visitar esta maravilla de jardín botánico que reúne flores y plantas de los cinco continentes.

Un poco de historia
Propiedad del pintor Jacques Majorelle, en 1947 abre sus puertas al público por primera vez, pero tras un accidente de coche y la vuelta de Majorelle a Francia, donde murió en 1962, el jardín se abandonó por completo. No fue hasta 1980 cuando Pierre Bergé e Yves Saint Laurent lo adquirieron y lo restauraron. Sus colores intensos y brillantes me hacen pensar en la moda de esta primavera, con esos tonos flúor nada discretos que ya alegran las estanterías de las boutiques. El azul de la casa y de muchos de los elementos decorativos han dado nombre al que se conoce como "Azul Majorelle".

Entre los cactus, jazmines, bouganvillas y nenúfares que se contemplan paseando por el jardín, muchos rincones evocan la memoria del desaparecido Yves Saint Laurent, como este que atesora un buen número de ilustraciones del modista. ¿Véis que cada una está fechada en un año diferente? Resulta que Saint Laurent diseñaba postales que enviaba a sus amigos y clientes, siempre con la palabra "LOVE" impresa en diferentes formas y, por supuesto, con un vivo colorido que no se puede sentir más integrado en el entorno espectacular en el que se encuentran expuestas. Por supuesto, me llevé un recuerdo de la postal correspondiente a mi año: 1979. También se puede visitar una estupenda colección de arte marroquí y una tienda con los souvenirs más bonitos que os podáis imaginar, claro que a precio más elevado que en la Medina.


Estaréis de acuerdo conmigo en que la vegetación y el ambiente del Jardin Majorelle contrasta con la imagen y el espíritu de Marrakech, por lo menos lo que estamos acostumbrados a ver de esta ciudad: la Medina, con la plaza Djemaa el Fna, un espectáculo que no deja indiferente al visitante, por su ambiente, la cantidad de gente que puede llegar a transitarla y por su cambio radical de la mañana a la noche, el zoco, las mezquitas, los palacios, los puestos de comida callejeros, el cuscus y el ahumante tajín de cordero, la imponente torre de la Koutoubia, la llamada a la oración...

¿Qué os ha parecido este viaje? ¿También hacéis un balance de lo vivido cuando celebráis vuestro cumpleaños? ¡Contadme una experiencia que os haya marcado en el último año! Aprovecho para felicitar a todas aquellas/os que cumplís años estos días. ¡Gracias por leer y comentar!